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Suelo leer en computadora, celular y ereader, no siempre libros electrónicos. Es decir, leo artículos, documentos en epub y en pdf, pero no siempre se trata de libros electrónicos y cuando es así, lo hago como editor. Es que mi habito de lectura está muy intervenido por el rol de editor. 
El libro electrónico me resulta feo en comparación con otros sopores y plataformas de lectura digital. En algunos casos el diseño es tan malo que opto por buscaar una copia en físico o, llegado el caso que conseguir el físico no sea posible, abandono la leectura del libro. Creo de todas formas que no se trata de una limitación del formato, al menos no del estándar epub. Tampoco es culpa de las editoriales. Creo que el ebook es feo porque no es un formato prioritario. 
Supuestamente en Argentina los libros electrónicos representan un 5% de la venta de libros, mientras que por otro lado, es común escuchar en ferias y charlas que el futuro del libro son los «contenidos» digitales, como los ebooks y los audiolibros. Pero, me parece que a la mayor parte del sector todavía le falta aprender, al margen de los soportes finales, qué es la edición digital y qué implica que el libro se digitalice. Y es que esto requiere aprender muchas cosas que llevan tiempo, entre ellas, que editar en soportes digitales - aunque se haga desde la interfaz gráfica de usuarie- es programar en código y eso a su vez, puede requerir un desarraigo de las artes impresas y abre otras formas de entender las artes gráficas.

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Por lo general leo de forma gratuita, uso plataformas como libgen y sci-hub, entre otras. Suelo pagar por libros electrónicos cuando se trata de proyectos amigos, de caracter autogestivo, mientras que cuando se trata de editoriales corporativas, mainstream y hegemónicas, trato de buscar la forma de hacerme de una copia digital pirata gratuitamente (y explorar formas de polítizar la acción de la lectura a través boicot). Pasa que me da la sensación de que a través de sus modelos de negocio y del DRM, amazon y otras corporaciones están promoviendo una lógica que, en contra de lo que promueven discursivamente, en los hechos restringe la circulación de los libros, donde une posee el libro, pero no puede acceder al texto (y por ende a cierta parte del contenido). Bajo esta lógica productiva acceder a las hard copies de nuestros libros es ilegal y en lugar de acceder a textos, pagamos por suscripciones mensuales o anuales para acceder a servicios en la nube. Estas dinámicas de restricción al acceso de la información plantean un modelo de libro electrónico que nos aleja del contenido. El caso testigo más reciente es la decisión de Microsoft de cerrar su tienda de libros electrónicos. Resulta que todes les usuaries que tenían ebooks en esa plataforma no los tendrán más: serán borrados de sus dispositivos. Y si bien Microsoft avisó que va a realizar una serie de compensaciones, del lado de le lectore esto hace evidente que las bibliotecas digitales todavía son una ilusión, porque a lo que le decimos "biblioteca" es en realidad una cuenta en una plataforma (de Amazon, de Google, de Apple, etc).

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Las plataformas van en contra de nuestro derecho de tener libros, nos vuelven lectores sin libros, consumidores sin bienes, nos vuelven clientes de plataformas. Y el DRM fue la tecnología que hizo técnicamente posible la pérdida de ese derecho. Por suerte toadavía no está muy extendido entre editores la práctica de poner candados digitales a sus libros. Por eso como lectore me parece relevante exigir el derecho de tener una copia privada de mis libros electrónicos y apoyar a los proyectos que se posicionan a favor de ello.